domingo, 22 de mayo de 2011

Era eterna.

Ella era verano, era julio, era la arena caliente entre los dedos de los pies, olor a mar y a helado de chocolate y almendras. Era un día en velero, unas gafas oscuras, un pañuelo al viento. Era una puesta de sol mirando al mar. Las motas de sol en el cuarto, de las rendijas de la persiana, las sábanas enredadas. Era la piel de gallina, el aliento más dulce, las manos más suaves. Era ojos castaños. Era sencilla, vaqueros cortos. Sombrilla de rayas, blusón de seda. Sandalias. Olor a champú, a polvos de talco. Era terrones de azúcar. Cucharillas de colores. Susurros al oído. Era el sonido de la luna vigilando a las olas del mar batiendo en las rocas... Era eterna.

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