martes, 1 de febrero de 2011







Apaga el despertador, ¡apágalo! pero no te levantes. Quédate en la cama hasta que te apetezca, sueña con quien te de la gana durante casi toda la mañana. Cuando te levantes no desayunes una taza de café, no desayunes ninguna galleta integral, olvida esas tonterías. 


Desayuna un trozo de brownie, sí, eso es lo que realmente te apetece, brownie. Métete en la ducha y deja correr el agua sobre tu cuerpo, fría o caliente da igual. Canta todas las canciones que se te pasen por la cabeza mientras te lavas el pelo. Cuando te laves los dientes aprieta el bote de pasta por donde quieras.


Peínate como si estuvieras loca, y vístete con tu ropa preferida, con los tacones más altos que tengas para hacer el mayor ruido posible mientras andas. Maquíllate, ponte guapa. Y antes de salir de casa baila, chilla. Levanta la cabeza, bien bien alta y sonríe al sol y a todo el que se te pase por delante.


Haz que la gente se pregunte por qué eres feliz, haz que la vida merezca la pena. Y tararéale al mundo la canción que quieras. Vete a buscarle, vete a decirle que le quieres y a besarle. Olvídate de lo que los demás puedan pensar. Olvídate de los demás. Come con él en vuestro restaurante favorito y escaparos lejos, a la playa... sí, a la playa. Escápate con él a la playa.

Pasa el día fuera de casa, sin móvil para que nadie te pueda controlar. Besaros hasta que se cansen los labios y no te olvides de guardar en tu memoria todas las cosas que puedas...



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